lunes, 23 de enero de 2012

Uno y dos


En los últimos tiempos, Matt Damon ha protagonizado dos secuencias en las que su personaje se enfrenta al recuerdo de una esposa fallecida.

En Un lugar para soñar vemos como se planta delante de un álbum de fotos en el ordenador. El director, Cameron Crowe, filma un detalle de la pantalla, el del ratón situado sobre “ver fotos”. Ese plano supone el único momento en que la película se sustenta de la imagen para narrar la dificultad de superar la pérdida.

En Contagio, el padre de familia –que al principio de la película ha perdido a su esposa e hijo– mira las fotografías que su mujer tenía en la cámara. Se trata de la primera escena en que el personaje se enfrenta al dolor por la ausencia y llega casi al final del filme. A Soderbergh no le basta con retratar sus sensaciones: la secuencia sirve también para que, ya en el epílogo, se explique cómo comenzó la epidemia, con el apretón de manos entre la esposa fallecida y un cocinero chino que quedó plasmado en una de las fotografías.

Dos maneras muy distintas de abordar una misma situación: Crowe se queda en lo evidente, Soderbergh busca añadir una segunda capa narrativa a la escena.

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