viernes, 26 de agosto de 2011

La montaña rusa


Con una pirueta final que no desvelaré porque sería el peor de los spoilers, Destino final 5 apela a sus predecesoras siguiendo una fórmula que se repite a cada entrega de manera inquebrantable, con una cabezonería como la que la muerte suele mostrar en la saga.

En esta ocasión, el 3D se pone al servicio de una película que trabaja el terror a través de accidentes casuales, de un miedo cotidiano, del pánico a una muerte inexorable. Quizá por eso, Destino final 3 era, hasta la fecha, el paradigma de esta idea. Si la primera arrancaba en un avión, la segunda en una autopista y la cuarta en un circuito de carreras; la tercera situaba el accidente en un parque de atracciones. Qué mejor escenario que una montaña rusa para una serie de películas que ha reposado sobre la adrenalina; qué digo, que pretende ser adrenalina en si misma.



Destino final 5 celebra esta esencia adrenalínica de la saga: las tres dimensiones nos hacen subir a una auténtica montaña rusa. Los accidentes se viven desde el interior del autobús o del avión, lejos de la sencillez que mostraba la primera entrega de la serie en una secuencia similar.

A cada paso que da la saga, el destino va quedando más definido, inquebrantable: en Destino final, el placer debe pasar por el miedo.