viernes, 2 de septiembre de 2011

Mírala otra vez, Sam


Ayer a la noche, cuando llegué a casa, le escribí este mail a mi amiga María Adell a raíz de una conversación-devoción de ambas por La boda de mi mejor amiga, película que ya hemos visto dos veces:

"Pocas veces en la Nueva Comedia Americana he visto un trabajo tan atinado en torno a la madurez y, quizá sí, reconozco que el hecho de que sea desde la perspectiva femenina me ha permitido observarlo de forma más nítida. Pero pocas veces en una película de la factoría Apatow he visto momentos tan especialmente sutiles y sencillos, hermosos, sobre la madurez como cuando ella (el personaje interpretado por Kristen Wiig) le dice a su mejor amiga que se case y añade "yo estaré bien"...

Por otro lado, el segundo visionado me permitió reafirmar momentos y apreciar mejor algunas escenas que en un primer vistazo quedaron eclipsadas por el tajante y altísimamente cómico inicio. Ahora veo que si hay dos escenas que, incluso desde la puesta en escena, muestran esta concepción de lo cómico a través del gesto o lo físico, son la de ella bailando sobre la línea de la calzada para demostrar que no va borracha y la de la lucha contra todos los elementos de la fiesta prenupcial: se come la galleta, cae al suelo y termina empujando sin éxito la fuente de chocolate...
(y todo ello en plano general).

En definitiva: me reí menos, pero me pareció mejor película...."

(Los paréntesis están recién añadidos)

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